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Elisa Bachofen

Elisa Bachofen

Fuente: La Nación
Por: Carolina Hadad

Hay una enorme cantidad de mujeres pioneras que nos inspiran en el mundo de las STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemática, por sus siglas en inglés). Por mencionar algunas de mis favoritas tenemos a Marie Curie, que recibió dos premios Nobel por su trabajo en física y química, a Ada Lovelace, la primera programadora y Hedy Lamarr, que tiene una vida de película y además de ser una conocidísima actriz de Hollywood sentó las bases de lo que hoy es el Wi-Fi.

Pero hay historias inspiradoras, e igualmente increíbles, de argentinas que lucharon por abrirse paso en áreas tradicionalmente reservadas a hombres. Hoy les quiero contar una de estas historias, que desde Chicas en Tecnología nos llena de orgullo y nos da fuerzas para seguir potenciando a la próxima generación de innovadoras en ciencia y tecnología. La de una mujer que no sólo se destacó en su profesión, sino que colaboró para generar una sociedad más justa y libre.

Algunos de nosotros conocemos al primer ingeniero argentino, Luis Augusto Huergo, que egresó de la carrera de Ingeniería Civil en 1870. Hasta hace poco yo no conocía a la primera ingeniera, que se llamó Elisa Beatriz Bachofen. Ella completó sus estudios en 1918 en la Universidad de Buenos Aires y no sólo fue la primera del país sino la primera de toda América latina.

Sobre la participación de las mujeres en ingeniería Elisa decía: «Cuando la mujer se inició en la profesión de “ingeniera”, no faltaron críticas, oponiendo como principal impedimento o inconveniente, la de los trabajos de campaña; pero, como ya he dicho, ello ha sido la resultante de una falta de concepto de la verdadera misión del ingeniero y de su campo de acción, sin tener en cuenta la importancia del trabajo de gabinete, puesto que para poder calcular cualquier obra de ingeniería, se necesitan poseer los conocimientos técnico científicos, que dan los estudios universitarios y, en cambio, los ejecutores de las obras proyectadas por el ingeniero, no siempre son técnicos de esa categoría.»

“Para Bachofen estas tareas son tan importantes como el trabajo de campo, es decir la supervisión o realización de las obras en el terreno mismo, y por sobre todas las cosas no implican una pérdida de feminidad para ellas. Nuevamente encontramos en sus argumentaciones una mixtura entre los roles tradicionales de la mujer y la apertura de las mujeres hacia una formación profesional y una vida laboral fuera del hogar.” nos explica María Fernanda Lorenzo en su libro Que sepa coser, que sepa bordar, que sepa abrir la puerta para ir a la Universidad.

Elisa trabajó activamente para la capacitación técnica de la mujer, para desempeñarse en ámbitos diversos más allá de las labores hogareñas, obligatorias para los mandatos culturales para la época. Dictó cursos en la Biblioteca del Consejo Nacional de Mujeres con contenido técnico: “nociones de electricidad aplicadas al hogar, conocimientos de mecánica destinados a mujeres que trabajan en escritorios y casas de comercio, conocimientos de motores para automóviles, etcétera.” menciona Lorenzo en el mismo libro.

Elisa se desempeñó profesionalmente en la Dirección de Puentes y Caminos, fue presidenta de la Comisión Técnica del Círculo de Inventores, fundado en 1922, presentó varias patentes de máquinas agrícolas y hasta publicó una Guía del Inventor.

Además de su trabajo en el campo profesional militó en la Unión Feminista Nacional, junto a referentes de las luchas feministas de principios del siglo XX como Alicia Moreau de Justo y Julieta Lanteri. Julieta Lanteri fue la primera mujer en votar en la Argentina en 1911, muchos años antes de la ley de sufragio femenino, dado que sólo se estipulaba como requisito para votar tener carta de ciudadanía, que Julieta tenía. Luego de que ella votara cambiaron la ley para indicar que se debía completar el servicio militar, al cual sólo se permitía inscribirse a hombres. El documental Sufragistas. Pioneras de las luchas feministas publicado por el Canal Encuentro es muy interesante y cuenta ésta y muchas más historias.

Para mí no es extraño que Elisa participara de estos espacios feministas; hay un paralelismo en la forma en que Julieta se enfrentó a los prejuicios y mandatos de la época, intentando ejercer su derecho a elegir a sus representantes, aún antes de estar prohibido por ley; y cómo Elisa se abrió camino en una carrera que ninguna otra mujer había transitado, aunque no estaba prohibida para las mujeres. Desde la primera elección argentina en 1854 hasta que Julieta votó en 1911, ninguna mujer había votado antes; y pasaron 48 años desde que se recibió Huergo hasta que se recibió Elisa Bachofen. Eran espacios que no estaban prohibidos, pero que no habían sido disputados por mujeres.

Es el contexto cultural, y no una prohibición externa o la falta del gusto o interés innato, lo que causaba que ninguna otra mujer antes de Julieta o Elisa hubiera intentado participar de estos espacios.

Tras la prohibición que siguió al “hack” de Julieta al sistema electoral, se puso de manifiesto la prohibición (tácita o explícita) contra la que las sufragistas luchan. En el caso de Elisa y mediante la transmisión del conocimiento técnico a otras mujeres, ella acercó esta profesión a personas que de otra manera no lo hubieran elegido, porque nunca experimentaron de qué se trata.

Elisa escribió varios textos con razones y consejos sobre cómo incentivar a más mujeres hacia la ingeniería, un campo de participación ciudadana y de toma de decisiones que estaba vedado a las mujeres y en el que, aún hoy, hay problemas grandes de diversidad, con los problemas de falta de perspectivas e innovación que esto conlleva. Trabajar para que sea una opción para cada vez más mujeres es una acción política para alcanzar espacios de toma de decisiones. Sobre todo en esta época en que la tecnología cruza casi todos aspectos de nuestra vida.

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