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Guatemala: El sueño de las mujeres políticas

Las elecciones del próximo domingo 11 de septiembre en Guatemala tienen la mayor participación de mujeres en puestos altos en toda la historia del país. Pero la lucha por la igualdad de derechos ante la ley, aún tiene un camino largo por recorrer.Alguna vez, de pequeña, soñé con ser presidenta, esto fue mucho antes de que el periodismo me ganara las ganas. En la historia de Guatemala nunca hemos tenido una presidenta dirigiendo el país, y eso que hemos probado de todo; nos han dirigido empresarios, abogados, pastores evangélicos pero sobre todo militares. Cuarenta y siete hombres en 190 años de vida democrática se han sentado en la silla presidencial intentando dirigir este país. Ni una sola mujer.

Las mujeres guatemaltecas fuimos consideradas ciudadanas con derecho al voto hasta el año de 1945 si sabíamos leer y escribir. En 1965 se extendió este derecho a las mujeres analfabetas. Así que la historia de nuestra injerencia política es relativamente nueva. Al constituir la mitad de la población guatemalteca, hemos construido hombro con hombro este país, aunque eso no se refleja en que tengamos igualdad de condiciones y oportunidades.

Para ejemplificar esto, basta con dar a conocer algunas cifras; las niñas indígenas en Guatemala son las últimas en la fila de los más pobres y más excluidos. La deserción escolar en niñas es de un 52% en el área urbana y un 81% en las comunidades rurales. De 100 niñas que entran a la escuela, sólo 17 completan la educación primaria y en las zonas rurales 66 niñas de 100, dejan de estudiar antes de terminar tercer grado primaria.

Su destino no tiene lugar a dudas: les toca el trabajo de casa, ayudar en las labores domésticas, cuidar a los hermanitos, hacer las tortillas, ir a traer leña, hacer el fuego y casarse a muy corta edad. Y en el peor o mejor de los casos, integrar el ejército de empleadas domésticas, casi esclavas, que al día de hoy se encuentran fuera del código de trabajo y de los beneficios que esto conlleva.

Somos las guatemaltecas, quienes además tenemos la tasa más alta de embarazos en adolescentes en toda Latinoamérica y además nos matan como a moscas. 98 de cada 100 asesinatos de mujeres quedan en la impunidad. ¿Será esta una razón para votar por más mujeres en la política?

2011: ¡El año de las mujeres en las urnas!

Las elecciones del próximo 11 de septiembre pasarán a la historia política guatemalteca por ser las candidatas quienes acapararon las noticias. Nunca antes en la historia política del país tantas mujeres optaron al puesto de presidenta y vicepresidenta. Tenemos además un dato curioso: por primera vez, el padrón electoral guatemalteco es mayoritariamente femenino: 51% son mujeres y 49% son hombres.

Todo el mundo esperaría que esta mayoría de mujeres se viera reflejada a la hora de ejercer los votos, y que por primera vez en la historia del país, tuviéramos muchas mujeres en puestos políticos. Sin embargo, el 85.5% del total de candidaturas está conformado por hombres, mientras que sólo 14.5% está conformado por mujeres.

Pero quiénes son estas mujeres y ¿qué representan en el imaginario colectivo? Comencemos con una de las diputadas que más ha trabajado por los derechos de las féminas, ella es Zury Ríos, con 15 años en el Congreso y el karma de ser hija de Efraín Ríos Montt, acusado de genocida en Guatemala.

Sin embargo, a pesar de ese pasado genético que pesa sobre su trabajo ha sido la responsable de: la Iniciativa que dispone aprobar la Ley Contra el Femicidio y Otras Formas de Violencia Contra la Mujer, la Ley contra la Violencia Sexual, Explotación y Trata de Personas y la Ley para la Maternidad Saludable entre otras, además de ser defensora e impulsora de la Ley de Desarrollo Social, por medio de la cual se establece por primera vez en la historia del país, la educación para la salud, planificación familiar y atención especial a grupos vulnerables, enfatizando la lucha contra la mortalidad materno-infantil.

A pesar de ese brillante curriculum y de ser una mujer sumamente inteligente y audaz en la política, no ha podido con el peso de su padre sobre sus espaldas. Y en estas elecciones, optó por no continuar en la Legislatura para el próximo período, algo incomprensible, ya que es una mujer que ha destacado como diputada.

Nineth Montenegro, es otra de las diputadas con mayor credibilidad en el país y quien seguramente podría ser una candidata ideal para el puesto de presidenta. Sin embargo, ella ha optado por seguir su trabajo en el legislativo y dejar a un hombre (el pastor evángelico Harold Caballeros), en el puesto para presidente.

Bruja, vieja y fea

Pero todo este boom de mujeres candidatas a presidentas nació cuando la ex primera dama Sandra Torres, en ese tiempo esposa del presidente Álvaro Colom del partido oficial Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), intentó inscribirse como candidata a la presidencia, aun cuando la legislación guatemalteca lo prohíbe. Su movida política fue optar al divorcio, lo que le valió la animadversión de los guatemaltecos.

Nunca antes una mujer ha sido tan odiada y repudiada en los medios de comunicación guatemaltecos; ha sido insultada y de ella se ha dicho que es bruja, vieja y fea. Poco se habló de los desvíos de fondos o nepotismo en su gestión al frente de los Programas Sociales. La discusión se quedó en lo que ella representa en el imaginario colectivo guatemalteco; una mujer dura y fuerte que domina a su marido.

Con el ánimo de hacer un contrapeso a Sandra Torres, el alcalde capitalino y expresidente de Guatemala, Álvaro Arzú Irigoyen, decidió enviar a su esposa a las elecciones, lanzando a Patricia de Arzú como candidata por el partido Unionista. Esta mujer representa mejor que nadie el lado opuesto de Sandra; es la esposa sumisa por excelencia, una mujer sin independencia que se niega a dar entrevistas si no es acompañada de su esposo, y cuya su mayor virtud es hacer alarde del apoyo divino de Dios. De Arzú ha manifestado en púbico que los homosexuales son aberraciones y que sólo la familia unida puede salvar al país.

A pesar de esos pensamientos retrógrados, en las últimas encuestas tiene casi 3 puntos porcentuales de intención de voto más que Rigoberta Menchú, la ganadora más joven del Premio Nobel de la Paz (1992), una mujer indígena con 22 doctorados honoris causa, un Premio Príncipe de Asturias y embajadora de buena voluntad de la ONU. Ella se presenta por el Frente Amplio, único partido de izquierda que compite en estas elecciones. Sin embargo, sus posibilidades de llegar a la presidencia son nulas.

Los chistes racistas alrededor de Rigoberta Menchú son tantos y tan abusivos que en el año 2005 logró la primera condena judicial por discriminación racial en Guatemala.

En ese ánimo de lanzar candidatas mujeres al puesto de presidenta, se encuentra Adela de Torrebiarte con el partido ADN, conocida por su trabajo al frente de la organización Madres Angustiada y por su trabajo como Ministra de Gobernación en el gobierno de Oscar Berger. Sin embargo, tampoco es una mujer que genere simpatías entre la población.

Para los puestos de vicepresidenta se encuentran en orden de popularidad, Roxana Baldetti por el Partido Patriota (de derecha) quien acompaña a Otto Pérez Molina acusado de genocidio; Raquel Blandón, ex primera dama (1988-1991) al lado de Manuel Baldizón, con presuntos nexos con el narcotráfico y quien hace alarde de que instaurará la pena de muerte en Guatemala; y la abogada indígena Petrona Reyes, vicepresidenciable por el partido CREO y de quien el mismo candidato a presidente, Eduardo Suger, ha manifestado que sus amigos lo molestan de que ya consiguió cocinera, por ser ella indígena y portar traje típico, a pesar de ser académica y catedrática de una universidad.

Así que a pesar de que tantas mujeres optan por cargos importantes en la política nacional, la participación de las mujeres en políticia sigue siendo dramática y más si hablamos de los gobiernos locales, ya que en Guatemala, ocupamos el último lugar de la región con tan sólo 2.7% de participación de mujeres al puesto de alcaldesas.

Ya podemos ir pensando que es justo desear más mujeres en la política. Para lo cual es indispensable y necesario reformar el Artículo 212 de la Ley Electoral y de Partidos Políticos, donde se establecen las cuotas de participación para las mujeres, y así lograr mayores niveles de incidencia política en los planes, estrategias y en la toma de decisiones de los y las guatemaltecas.

Otra cuestión a trabajar es la formación y conciencia de género de las mujeres, para que no sean ‘puestas’ por sus maridos o compañeros del partido y ocupen lugares reproduciendo modelos masculinos.

Es posible que el machismo en Guatemala, mantenga lejos la posibilidad de que tengamos una mujer presidenta, pero al menos en el imaginario colectivo, ya podríamos empezar a soñar con que esto sea posible.

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