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Se acabó lo de 'Mademoiselle'

El Gobierno francés cede finalmente a la presión feminista y estudia la supresión del estado civil «señorita». Tras meses de presión de las asociaciones feministas, el Gobierno francés ha dado la primera señal de que ha escuchado las quejas contra una vieja usanza. Y ha reconocido, por primera vez, que estudia la supresión de la menciónmademoiselle (señorita) que diferencia a las mujeres casadas de las solteras.«En los documentos administrativos se impone optar por señora o señorita y eso es una intrusión en la vida privada, ya que se exige a la persona que se defina como casada o no», exclamó hace unos días la ministra de Solidaridades, Roselyne Bachelot, en un plató de la televisión pública. Luego, en un programa de la radio privada Europe 1, la ministra fue más lejos. «Pedir a una mujer que precise si es señora o señorita es discriminación. Si, al mismo tiempo, se solicitara a los hombres que clarifiquen si son señor o señorito, estaríamos en igualdad, pero no es el caso. O sea que, a partir de ahora, habrá que poner señor o señora, y nada más», aseveró tajante.

La ministra hizo suya la reclamación de una campaña feminista intensificada en las últimas semanas. Bachelot ha solicitado al primer ministro, François Fillon, la supresión del término mademoiselle en todos los formularios oficiales. Una situación que obliga a las francesas a declararse solteras o casadas en actos tan banales como comprar un billete de tren por internet o abrir una cuenta bancaria.

La ministra aseguró que se va a proceder a la supresión, en los formularios oficiales, de la mención nom d’épouse (apellido de casada), para reemplazarlo pornom d’usage (apellido de usanza). Algunas administraciones, para poder llevar a buen puerto ciertas prestaciones que exigen rebuscar en ficheros antiguos, siguen necesitando conocer ese «apellido de casada» o «de usanza» de las mujeres.

Ello se debe a que en Francia, durante décadas y hasta hace sólo unos años, la ley exigía que la esposa cambiara de apellido, para recibir el de su marido tras contraer matrimonio. Ello conllevaba (y conlleva) la existencia de facto, de «apellidos de soltera» y «apellidos de casada» para la misma persona.

Desobediencia

La cercanía de las elecciones legislativas y la presión de dos asociaciones feministas, Osez le Feminisme (atrévase con el feminismo), y la provocadora Chiennes de Garde (perras de guardia), ha sido clave. Esos colectivos arreciaron a finales de septiembre pasado su campaña para incitar a las mujeres a la desobediencia civil y a obligar que en toda correspondencia y formulario se les trate de señora, independientemente de estar casadas o solteras. Las asociaciones crearon una web, www.madameoumadame.fr, para lanzar la petición.

El debate es antiguo y ya en 1983, con el primer Gobierno de la izquierda plural, la ministra de Derechos de la Mujer Yvette Roudy señaló que la distinción entre mademoisellemadame era discriminatoria, pero no logró abolirla. La expresión mademoiselle es una de las que, siendo de origen nobiliario, más riqueza ha generado en la literatura y usos galantes populares.Como recuerda el célebre etimologista francés Alain Rey, la primera mención a la existencia del términoMa Demoiselle en la lengua francesa data de 1380, y del libro de costumbres Quinze Joyes de Mariage. Al principio no era para nada una señal de sumisión de jóvenes señoritas, sino al contrario, viene de Ma Domina, cosa que le da un tinte de sesión sadomaso. Las Mademoiselleseran las dominadoras de los siervos.

En el siglo XVIII, el término pasó a ser utilizado para definir lo contrario: a las jóvenes plebeyas e incluso esclavas de las Antillas. Por eso hoy sigue siendo usado, en la versión Mam’zelle, en el vocabulario erótico popular de calle, de los creoles franceses del Caribe, el Océano Índico y el Pacífico Sur.

Quizá tanto por su detestable origen noble, como por su no menos detestable deriva machista-burocrática, los revolucionarios de 1789 decretaron que Mademoiselle debía ser abolido. Fue Napoleón el que dio marcha atrás en su Código Civil, que restauraba el nom de jeune fille (apellido de joven chica, sobreentendido, de soltera) y reintrodujo el trato de mademoiselle.

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