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Colombia. Una apuesta para romper las brechas de género en el país

Sigue existiendo inequidad, aunque se han alcanzado logros importantes como la educación. Erradicar la violencia contra la mujer y contribuir a generar equidad de género se ha convertido en una de las grandes prioridades en Colombia. No en vano, a finales de enero de este año, con el apoyo de los ministerios de Educación, Justicia, Salud y Trabajo, se expidieron una serie de normas que reglamentan la Ley 1257 del 2008, sobre equidad de género, sensibilización, prevención y sanción de formas de violencia y discriminación contra las mujeres.Se destacan la obligación de los médicos en denunciar hechos de violencia contra ellas, el desalojo de la casa al agresor o no permitirle acercarse a la víctima; el énfasis en la denuncia, la identificación y la prevención y atención de situaciones de violencia en el ámbito educativo, así como la erradicación de la discriminación laboral.

«Cuando llegué a la Alta Consejería tomé la decisión de no pensar en proyectos pequeños, en ‘programitas’ que beneficiaran a una población muy pequeña de mujeres. La gran labor es incidir a nivel territorial y nacional, para que el tema de equidad de género quede incluido en todos los planes, proyectos y programas de todos los ministerios y departamentos», explica Cristina Plazas, Alta Consejera para la Equidad de la Mujer, que lidera este tema en el Gobierno.

Así las cosas, estamos en un momento muy importante, donde desde diferentes frentes se trabaja con un objetivo común, con resultados que ya comienzan a vislumbrarse y que hacen posible alcanzar los objetivos en beneficio de la mujer, aunque todavía hay mucho por hacer.

Uno de los temas que más preocupa es la violencia, considerada una de las formas más radicales de discriminación contra ellas. Los registros apuntan a que en el 2010, 1.444 mujeres fueron asesinadas y 51.182 fueron víctimas de violencia intrafamiliar. Los números son alarmantes cuando se trata de violencia de pareja y violencia sexual, sobre todo porque demuestran que las menores de edad también son víctimas de este flagelo. Por ejemplo, en el 2009, por cada 100 mil habitantes, 300 niñas, entre los 10 y 14 años fueron atendidas por presunto delito sexual.

Así mismo, la violencia sexual es otra de las armas en el conflicto armado colombiano. Tanto así que, entre el 2001 y el 2009, en promedio, cada hora seis mujeres fueron abusadas sexualmente. De estas el 82 por ciento no lo denunciaron.

El empleo es otro de los campos en donde se presentan grandes brechas. En el país, las mujeres son el 50,7 por ciento de la población. Solo el 40,9 por ciento de quienes podrían estar laborando tienen empleo, frente al 59 por ciento de los hombres. Así, la población desocupada es de 56,5 por ciento para las mujeres, con respecto al 43,5 por ciento de los hombres.

Además, ganan, en promedio, 14,28 por ciento menos que los hombres. Se presenta también desigualdad en la tasa de desempleo. Mientras que para ellos se ubica en 9,0 por ciento, las de ellas es de 15,6 por ciento, es decir, una diferencia de 6,6 por ciento. La meta es que esa distancia se acorte a 3,3 por ciento. Hoy, se sabe que las mujeres trabajan 10,8 horas más, tanto en labores remuneradas como no remuneradas (cuidado de los hijos, de la casa, entre otros). Hay que resaltar iniciativas como la Ley 1496 del 2011, por la que se decreta la igualdad salarial y retribución laboral para hombres y mujeres.

Los indicadores tampoco son positivos cuando de participación política se trata. De hecho, en el mundo, solo el 20 por ciento de los países tienen normas destinadas a establecer la participación de las mujeres en este sentido. En Colombia existe la Ley 5581 del 2000, conocida como la Ley de Cuotas, en la que se dispone que el 30 por ciento de los cargos públicos deben ser ejercidos por mujeres. Las ramas legislativa y judicial no dan cumplimiento a la cuota mínima, con un 25 por ciento y 26 por ciento respectivamente. El Congreso está conformado solo por un 14 por ciento de mujeres. Sin embargo, la rama ejecutiva y la Registraduría Nacional, sí la cumplen, con un 40 por ciento y 36 por ciento, respectivamente.

Un campo en el que las mujeres se han abierto camino es en la educación. Por ejemplo, en administración, educación y contaduría las mujeres tienen una participación superior al 60 por ciento. En el 2010 se graduaron 886.447 mujeres, contra 734.242 hombres, en los diferentes niveles de educación superior.

Cambio Cultural

Para Mónica Roa, directora de programas de Women’s Link Worlwide, varios actores del país deben intervenir. «Hay tantas cosas por hacer como comenzar por la educación de las nuevas generaciones. Debemos entender que el tema de discriminación contra la mujer es algo estructural y que no es suficiente con tener buenas leyes que reconozcan los derechos».

La equidad es la estrategia para llegar a la igualdad. Lo que la primera busca es crear condiciones para acceder al ejercicio pleno de los derechos y cerrar las brechas»

Un primer paso es visibilizar la problemática a través de estadísticas, para que cualquier tema que vaya a destacarse o contrarrestarse, se pueda comprobar con datos»

Del papel a los hechos

Es indudable que las mujeres han alcanzado logros importantes, en campos en los que no hace muchos años hubiese sido imposible su participación. Hoy van a la universidad, han ganado espacios políticos, jurídicos, económicos y han roto las brechas en el acceso a la educación.

«Todo esto ha sido posible gracias a la lucha de un movimiento de mujeres que irrumpieron en las décadas de los sesenta y setenta. Fue un movimiento contestatario que generó confrontaciones y reacciones. Entre sus propósitos estaba el demandar el cumplimiento, por parte del Estado y de la sociedad entera, de los derechos que les correspondían», asegura Martha Lía Velásquez, consultora senior del Proyecto Objetivos del Desarrollo del Milenio del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) Colombia.

Los derechos otorgados a la mujer están escritos no solo en las leyes colombianas, también en varios tratados internacionales, entre ellos la Convención para Erradicar la Discriminación contra la Mujer, la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra la Mujer ‘Convención Belém do Pará’, entre otros. Igualmente, muchas estrategias y metas están definidas en los Objetivos de Desarrollo del Milenio, pero la tocan a ella de manera particular en el objetivo tres (promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer) y en el cinco (mejorar la salud materna).

Para Mónica Roa, directora de programas de Women’s Link Worlwide, «estamos en un proceso de transición. Los derechos de las mujeres ya están reconocidos en el papel, resultado de una lucha de muchos años. El reto que tenemos es traducir esos derechos en el papel a la realidad de la vida de las mujeres».

Añade que lo anterior, en ocasiones, le quita legitimidad al trabajo de organizaciones que trabajan por la justicia con perspectiva de género. «Muchos se preguntan para qué seguimos luchando si los derechos ya están ahí. Pero no entienden que el discurso todavía está haciendo un tránsito a la realidad».

Una muy buena noticia es que la Alta Consejera Presidencial para la Equidad de la Mujer ya se encuentra trabajando en la primera Política Pública para la Equidad de la Mujer, y se va a materializar en un documento Conpes. «Hemos ido por todo el territorio nacional y le preguntamos a las mujeres por sus problemáticas y las soluciones que ellas les ven a estas. Ellas son el insumo fundamental de esta política pública», concluye Plazas.

Los tratados internacionales, los acuerdos generados por parte del gobierno y las luchas internas de las mujeres han ido abriendo el camino»

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