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Cuando piropear se confunde con la agresión

Se llama Ihollaback, nació en Nueva York y ya tiene cadena en varias ciudades del mundo. “No es una campaña contra los hombres”, aclara la representante local, Inti María Tidball-Binz. “No todas las mujeres lo percibimos como un halago.”  Hay piropos que despiertan una sonrisa o pueden sonar como una agradable caricia. Pero otros llegan a atemorizar, agredir y lastimar a sus destinatarias: “¡Te cojo toda, mamita!”, “¡Sabés cómo te chupo todas las tetas!”. Desde hace algunos años empezó a surgir un movimiento internacional, en distintas ciudades del mundo, a través de la web, contra comentarios libidinosos de ese tenor, pronunciados generalmente por varones en la vía pública. Hace pocas semanas, Buenos Aires se sumó a esta iniciativa que busca combatir el “acoso verbal callejero”, por considerar a los piropos libidinosos y lascivos como “violencia invisible” hacia las mujeres. “No todas las mujeres los percibimos como un halago o algo positivo, sino que muchas los experimentamos como un acto sumamente agresivo y desagradable”, explicó Inti María Tidball-Binz, gestora del sitio http://buenosaires.ihollaback.org donde, al igual que sus gemelos de otras latitudes, invita a contar experiencias de piropos que no fueron bienvenidos y promueve reaccionar ante lo que define como otra forma de violencia de género. El sitio también apunta a combatir los comentarios y actitudes discriminatorias que tienen lugar en la vía pública hacia personas trans y parejas del mismo sexo. Hay grupos en Facebook contra el acoso callejero. La movida también se puede seguir por Twitter.

“No es una campaña contra los hombres”, se encarga de aclarar pronto Tidball-Binz. Es curadora de arte, tiene 29 años y vive en el barrio porteño de San Telmo. En enero se le ocurrió abrir la versión porteña de http://ihollaback.org,  el movimiento internacional contra el acoso callejero. A través de esa plataforma, distintas campañas locales están conectadas. En Estados Unidos, donde nació esta iniciativa, hay sitios de las ciudades de Nueva York, Baltimore, Filadelfia, Houston y Atlanta, entre otras. Uno de los últimos sitios abiertos corresponde a la ciudad de El Paso, en el estado de Texas, cercana a la mexicana Ciudad Juárez, conocida internacionalmente por el alto índice de crímenes sexuales de mujeres. Inglaterra, Francia y República Checa también tienen una versión en la web de Ihollaback, donde decenas de mujeres cuentan sus experiencias de acoso callejero. “Algunos amigos me han dicho si no estoy exagerando. Es cierto, puede haber piropos lindos. Pero las personas que han vivido situaciones de violencia de género pueden sentirlos como una amenaza. También me interesa reconocer el acoso que sufre gente transexual o gay en la calle. Me pregunto: ¿cuánta gente encontró el amor de su vida diciéndole un piropo en la calle a otra? No creo que muchas. Uno de los objetivos es que quien pretenda decir un piropo se dé cuenta de que no siempre esa frase es recibida como algo agradable”, agregó Tidball-Binz.

Por el momento hay doce sitios en el mundo, pero en abril, adelanta Tidball-Binz, se unirá una treintena más. En el Distrito Federal mexicano hay también un movimiento contra el acoso verbal callejero, pero no tienen sitio: está en Facebook, en http://www.facebook.com/atrevetedf. “Ihollaback reconsidera la idea de pensar globalmente y actuar localmente. El acoso callejero es internacional, no es algo ‘latino’ o ‘porteño’, y así trabajamos juntas para resolverlo de una manera muy local y muy personal”, explicó Tidball-Binz. En Nueva York promueven sacar una foto con el teléfono celular al acosador y subirla a la web. Tidball-Binz cree que esa propuesta puede excluir a quienes carecen de esa tecnología: ella promueve responderle al piropeador agresivo.

–¿Como empezó Ihollaback? –preguntó este diario a Tidball-Binz.

–Una mujer llamada Thao Nguyen iba para su casa en tren cuando vio a un hombre masturbándose en el tren. Le sacó una foto y la llevó a la policía, pero ellos no hicieron nada. Puso la foto en Flickr (un sitio para compartir fotografías), se tornó viral y llegó a la página principal del diario Daily News, de Nueva York. De repente toda la ciudad estaba hablando de la masturbación en vía pública, y las mujeres empezaron a compartir historias de acoso callejero. Luego, Emily May –una emprendedora social que vive en Brooklyn– y siete amigos, cuatro mujeres y tres hombres, estaban hablando sobre el acoso callejero y sobre la falta de una respuesta concreta para esas situaciones. Pensaron, inspirados por Thao, cómo sería poner un blog donde se pudieran subir historias, experiencias y fotos. Así empezó Ihollaback NYC. En ese momento empezaron a subir fotos e historias de personas de todo el mundo. Así fue como empezó el movimiento mundial.

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