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Networking: un desafío para las mujeres

Escuché por primera vez la palabra networking en 1992 cuando Patricia Méndez Huergo me contó sobre la NAFE (National Association of Female Executive). Establecida en 1972, NAFE es una organización de mujeres empresarias de Estados Unidos que ofrece educación, capacitación, desarrollo de habilidades y trabajo en red para mujeres del mundo empresarial. Obtuve más información a través de material impreso; internet no había llegado y nuestro amigo Google era una utopía. Patricia me propuso armar la primera red de mujeres ejecutivas de Argentina. Un proyecto muy novedoso al que me sumé con mucho interés y expectativa. Con el paso del tiempo, la palabra networking se hizo más popular; a la vez, comencé a indagar los temas de género y a entender por qué es tan necesario el networking para las mujeres.

Networking es una palabra inglesa proveniente de net, que significa “red” y de “work”, que significa “trabajo”, es decir que alude al trabajo en red, y también a la acción de “tender redes”. Se utiliza para referirse a las acciones concretas realizadas para insertarse, desarrollarse y circular por redes profesionales. Circular por estas networks nos ayuda a comprender el sistema en el que estamos inmersas y en el cual trabajamos. El objetivo de quienes arman este tipo de redes es brindar un espacio de consejo, asesoría y respaldo, proveer información y feedback (otra palabra inglesa que significa “retroalimentación”, en cierto modo: “dar y recibir”). Las redes constituyen grupos de respaldo, que forjan herramientas muy efectivas para el desarrollo profesional y laboral.

El networking es una técnica que contribuye el logro de objetivos personales, profesionales y/o corporativos  por medio de contactos. Esta construcción es un proceso individual, aunque involucra a muchas personas. Es individual porque la decisión, energía, constancia y voluntad para desenvolverse activamente (un requisito indispensable) tiene que ser personal. Además, es importante que tengamos en claro cuál es el objetivo para nuestra carrera profesional y a partir de esto, definir qué tipo de redes necesitamos construir, a cuáles sería importante pertenecer, con cuánto capital social(1) contamos. Las redes nos permiten acceder a personas que nos interesan o que nos pueden interesar en el futuro.

Las redes de mujeres, además, tienen sus particularidades. En el difícil y competitivo mundo actual, las mujeres tenemos mayores desafíos, desde que entramos al mercado laboral un par de siglos después que los hombres. Los varones se desenvuelven históricamente a través de contactos; lo hacen con mayor familiaridad. Si bien muchas mujeres ya hemos incorporado este modo de relacionarnos en el mundo laboral, todavía necesitamos difundirlo para potenciar e incorporar esta modalidad como parte habitual de nuestras actividades.

Una red de colegas o profesionales de diversas disciplinas dentro o fuera de la organización en donde actuamos permite el conocimiento de nuevas realidades, y en algunos casos, se convierte en factor exponencial para la apertura de nuevos campos de acción. En los emprendimientos y búsquedas laborales, las redes son vitales. Las estadísticas muestran que la mayor parte de los empleos se consiguen a través de contactos. También se ha estudiado que cuando estamos interesadas en contactar profesionalmente a personas que no conocemos buscamos la ayuda de nuestros conocidos y personas de confianza. Encontrar nuevos clientes o proveedores a través de un conocido es mucho más efectivo que hacerlo a ‘puerta fría’.

Es importante considerar que mantener una red de contactos exige dedicación y relaciones de mutuo intercambio. Las mujeres siempre fuimos buenas trabajando en red para ayudar a otras personas. En estos tiempos es fundamental crear redes para ayudarnos a crecer profesionalmente, y proveernos soporte para nosotras. Esto exige no sólo compromiso sino también inversión. Inversión de tiempo y de dinero. Las mujeres necesitamos capacitarnos en aquello que no sabemos, no para ser especialistas sino, al menos, para tener conocimientos y estar enteradas de los temas que nos interesan e importan.

El networking posibilita el intercambio de información, estrategias y planeamiento de carrera, el apoyo profesional, el empoderamiento, en suma, una mayor visibilidad. Es importante incorporar el verdadero sentido de una red, tanto formal como informal, para aprender y ejercitar: obtener diferente tipo de información, intercambiar favores o contactos y reducir situaciones de conflicto a través de compartir y recibir soporte frente a situaciones difíciles por las que atravesamos cotidianamente. Entender estos principios básicos lleva tiempo, ya que algunas relaciones no se establecen inmediatamente y en forma espontánea, sino que requieren persistencia, tiempo y esfuerzo. En nuestro país como en el resto de Latinoamérica, la formación de redes de mujeres es todavía muy nueva y debe enfrentarse a diversas reticencias.

En mi caso, trabajo en redes de mujeres desde hace más de 20 años. En particular, en La Red de Mujeres Ejecutivas en Argentina y en RedWIM en Latinoamérica y el Caribe. En esta experiencia aprendí mucho: pude observar que a las mujeres nos cuesta invertir económicamente para estar en una red. Estar en el mundo público, el del trabajo remunerado, exige que nos preparemos en varios aspectos e implica una inversión en nosotras mismas. Si no lo hacemos nosotras, ¿quién lo hará por nosotras?

Comprobé que las mujeres podemos trabajar en red y que los resultados positivos superan el nivel de lo económico. El punto clave es no perder el objetivo y que cada asociada lo tenga muy en claro, también, para no crearse falsas expectativas. Cada integrante debe contribuir desde sus potencialidades, pero no debe olvidar que no es solamente para beneficio individual, sino colectivo, para beneficio de todas.

Hay muchas experiencias exitosas a nivel local e internacional. En el área de Latinoamérica y el Caribe, RedWIMRed de Mujeres Latinoamericanas y del Caribe en Gestión de Organizaciones, funciona desde 1999 y es un claro ejemplo de ‘buena práctica’ en networking.

El trabajo es arduo, pero señala una alternativa diferente para ir derribando los obstáculos que enfrentamos. Significa un paso más hacia la apertura y la posibilidad de crecimiento para las mujeres, desde una perspectiva más participativa. Creo profundamente que uno de los factores positivos del networking es apoyarnos para crecer, y que es una estrategia para achicar la brecha de género.

Una no sabe todo, pero sabe quién lo sabe, eso es clave. Y, tejer redes es el camino para lograrlo.

(1) Robert Putman (1995) conceptualiza el capital social como los “mecanismos de la organización social, tales como las redes, normas, y la confianza social que facilita la coordinación y cooperación para beneficios mutuos”. En este mismo sentido, por ejemplo, Fukuyama (1995) la usó como sinónimo de relaciones, al señalar que “no sólo es importante lo que sabes, o lo que tienes, si no a quién conoces y quién te conoce.”

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SOLANGE GRANDJEAN – Argentina
Coordinadora del Equipo Directivo redWIM. Diplomada en Estudios Interdisciplinarios de Género. Licenciada en Publicidad y Analista en Medios de Comunicación Social. Becaria de ‘Women in Management’, Universidad de Lulea, Suecia. Becaria del “Programa de Liderazgo para el Desarrollo Sostenible en el Mercosur”, CEADEL-ABDL y Fundación Kellogg. Coordinadora de Redes Sociales y TICs en UTEDYC. Especialista en comunicación, género y networking. SolangeGrandjean

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