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La condena para Sakineh Ashtiani ha sido suspendida, no anulada.

 El final del ramadán implica nuevos peligros para la joven azerí, amenazada de ejecución y sola. Hay que obtener su indulto. Ya no nos llegan noticias directas de Sakineh. Desde su supuesta confesión televisiva de mediados de agosto está en el calabozo, incomunicada, sin lazos con el mundo exterior, sin contacto con su abogado, sin visitas de su familia. Amenazada de lapidación y sola. Con una condena ejecutable en cualquier momento sobre su cabeza. Y sola. Afortunados aquellos que se sienten capaces de decirnos, sin más, tan tranquilos, henchidos de la reconfortante seguridad de los espíritus fuertes, que la amenaza se ha alejado, que los iraníes ya no se atreverán, que la ejecución no tendrá lugar. Su antiguo abogado, Mostafaei, no está tan convencido. Su nuevo abogado, Houtan Kian, no está tan convencido. Armin Arefi y yo, en La Règle du Jeu, no estamos tan convencidos. Solo hay una cosa segura: la lapidación ha sido suspendida, no anulada. Y nuestros amigos, esos blogueros iraníes defensores de los derechos humanos con los que estamos en contacto en Teherán y con quienes cruzamos información, están todos de acuerdo en un punto: el final del ramadán es la hora de todos los peligros, la hora a partir de la cual lo peor será posible en todo momento.

Noticias de Sakineh. Es su hijo Sajjad quien me las da. Su voz al teléfono resulta conmovedora. Su combate, tal y como lo expone, trágico. Este muchacho perdió a su padre, que fue asesinado. Ahora intenta salvar a su madre, acusada de ser cómplice de ese asesinato. Él mismo, al hablar conmigo y al desear que esta información sea difundida por la prensa, corre todos los riesgos. Pero para él está claro: su madre es inocente. Absoluta y completamente inocente. No ha tenido que «perdonarla», como han dicho algunos periodistas demasiado apresurados, pues ella no ha cometido ningún crimen. Ni siquiera tiene que «defenderla», hasta tal punto las acusaciones de las que es objeto son -explica él- inventadas de cabo a rabo, absurdas. Es solo un muchacho de 22 años, revisor de autobús en Tabriz, la ciudad en la que su madre espera su ejecución, que cuenta cómo los jueces iraníes han llegado hoy mismo, día de nuestra conversación, hasta allanar el bufete de su abogado para robar el expediente judicial que, a continuación, podrán trucar y amañar a su antojo.

Noticias de Sakineh. Esta vez es Armin Arefi quien habla con Sajjad y luego con el abogado Houtan Kian. En La Règle du Jeu nos hacemos eco de sus informaciones. Al parecer, Sakineh ha sido condenada a otros 99 latigazos. La flagelación habría tenido lugar seguramente el 30 o el 31 de agosto. Dos de sus codetenidas, condenadas a penas más leves y liberadas el viernes de la semana pasada, 3 de septiembre, dieron sus testimonios antes de que esta nueva condena y su ejecución fueran confirmadas, respectivamente, por el juez de la prisión de Tabriz y por un empleado del tribunal. ¿Y por qué esta nueva monstruosidad? A causa de la sombría historia de una foto de Sakineh con el rostro descubierto que ha publicado la prensa inglesa y que, según parece, es en sí misma una ofensa a la sharía. Digo «sombría historia» porque no es seguro que la foto sea suya. Su hijo, Sajjad, es tajante cuando asegura que no es ella quien aparece en la fotografía. Pero así va esta justicia a la que calificaríamos de ubuesca si no fuese, antes que nada, bárbara: si no eres tú, será tu hermana; el látigo, pues, antes de las piedras; el cuerpo lacerado, sangrante, antes del rostro reducido a una masa informe. Toda la máquina estatal, toda la horda fanática en pos de esta joven azerí de 43 años, casi analfabeta, que, muy a su pesar, se está convirtiendo en un símbolo.

Noticias de Sakineh. La ola de apoyo que crece. La cólera, la rabia impotente, el horror, en un número creciente de cabezas y corazones. Sajjad escribió a Federico Lombardi a la Secretaría de Estado del Vaticano. Tras la declaración de Nicolas Sarkozy, que afirmó que Sakineh Mohammadi Ashtiani es responsabilidad de Francia, yo mismo lancé un llamamiento a la opinión pública española a través de EL PAÍS. El 6 de septiembre, las «divisiones» del Vaticano entraron en la batalla. España se compromete al más alto nivel. En Estados Unidos, y gracias en particular a The Huffington Post, el movimiento se extiende por todas las capas de la opinión pública. Y la petición de La Règle du Jeu se acerca a las 100.000 firmas. ¿De qué sirve una petición? ¿Y las piedras, son solubles en la tinta de los nombres propios? Evidentemente, no. Pero Sakineh no tiene nada más. Sakineh solo cuenta con las conciencias indignadas de las mujeres y los hombres de los países libres. Su hijo lo repite una y otra vez: «Sin vosotros, sin esos nombres, sin esas decenas de miles de internautas que cliquean en su PC para expresar su solidaridad, mi madre ya estaría muerta».

Noticias de Sakineh. Mi amigo Bernard Kouchner, al que, después de todo, sus funciones ministeriales no le han cambiado tanto, recibe conmigo a Mohammed Mostafaei, el antiguo abogado de Sakineh. Kouchner reitera el compromiso de Francia. Lo mismo que Sarkozy, insiste en el hecho de que hará del caso de esta joven mujer un asunto personal. Pregunta, se informa, entra en detalles, intenta comprender febrilmente: ¿cómo actuar?, ¿a quién dirigirse?, ¿exactamente, quién tiene el poder de indultar? ¿Cuántos indultos había obtenido él, Mostafaei, antes de su exilio forzoso? Respuesta: solo el guía supremo, el ayatolá Jamenei, tiene el poder de indultar. Respuesta: él, Mostafaei, obtuvo diez indultos en los últimos seis años (y, al parecer, también tres negativas inflexibles). Hay que salvar a Sakineh. Manteniendo la presión, o incluso acentuándola, hay que obtener el indulto para Sakineh.

http://www.elpais.com/articulo/opinion/Noticias/Sakineh/elpepusocdgm/20100912elpdmgpan_1/Tes

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