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Perú – Mujeres rurales e indígenas se suman a la Marcha Nacional por el Agua

Las mujeres de diferentes regiones fueron parte del gran río que confluyó en la Marcha Nacional del Agua impulsada por movimientos sociales y ciudadanos del país en defensa de este recurso básico para la existencia humana, en riesgo, entre otros factores, por la actividad minera que se realiza al margen de la responsabilidad social y ambiental a la que están obligados.Desde el norte, centro, sur y oriente del Perú, las peruanas llegaron hasta la capital para solicitar a las autoridades del ejecutivo y el legislativo que preserven este recurso finito para garantizar un presente y futuro saludable, sostenible y sustentable.

Las mujeres rurales se encargan del riego de sus parcelas, dan de beber a sus animales y usan el agua para preparar los alimentos en sus hogares así como para su aseo personal, limpieza y lavado de prendas de ellas y sus familias. Ellas gestionan este recurso y viven las dificultades y problemas originados tanto por su contaminación como carestía.

Problemas de salud en sus hijos e hijas, complicaciones en los embarazos y partos, desnutrición infantil, incremento del tiempo invertido en busca del agua ante la disminución de caudales de los ríos, desaparición de cochas y sequías, son parte de su realidad cotidiana que mella su derecho al bienestar físico y emocional.

A ello se suma el impacto económico en su producción. La falta de agua para el riego echa a perder las cosechas lo que refuerza el círculo de pobreza en que se encuentran y agrava las dificultades para asegurar la alimentación para ellas y sus familias y también para quienes viven en las ciudades y son abastecidas con esos productos.

En este contexto, las mujeres rurales se identifican con la defensa de las reservas de agua en la región de Cajamarca ante una minería que incumple sus compromisos y que pretende colocar sus intereses privados por encima de los derechos humanos, situación que, además, se produce en otras regiones del país.

Igualmente, con la exigencia de la reglamentación de la Ley de Consulta Previa, y con la necesidad urgente de que las autoridades estatales adopten medidas concertadas, con participación de las mujeres y sus organizaciones, frente al cambio climático, factor que impacta también en el acceso al agua.

La Marcha Nacional del Agua fue un esfuerzo auto gestionado que ha implicado el desplazamiento pacífico de mujeres y hombres de las diferentes regiones, quienes asisten con sus propios recursos.

El gran río humano confluyó en la Plaza Dos de Mayo, donde campesinas, indígenas, mujeres rurales, pobladoras, artistas, intelectuales, trabajadoras, feministas, exigieron que no se siga depredando el territorio.

Esta movilización pacífica y ciudadana contó con la presencia de una Misión Internacional de Observadores que encabezó Pedro Arrojo, doctor en Ciencias Físicas por la Universidad de Zaragoza, España.

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